Escribo desde este limbo que son los días entre navidad y año nuevo.
He cancelado mi suscripción a MUBI por la única razón posible: no la uso.
Y así viene pasando con el resto de suscripciones.
Y con todo.
Hace dos días un cliente me decía: "¿es normal que deje de ver mi teléfono media hora y tenga 27 notificaciones de Whatsapp? ¿también te pasa?”
Ayer le decía a los amigos de mi chico: “¿saben que leí que somos la última generación en tener una infancia sin redes sociales?”
Hace treinta minutos que revisé mi Kindle vi que tengo ocho libros nuevos iniciados sólo en las primeras páginas. Incluye: A Visible Man, Mythos y One Simple Thing.
Ya me entendieron.
En mi revistero.
He terminado la Apartamento, que llega cada 6 meses. MANERA es maravillosa pero me pego más a su newsletter de sábados que a la revista impresa, y el Finantial Times que traje de Madrid lo revisé muy por encima en el avión.
Es decir, ni teniendo el mayor interés en los medios, logro el tiempo que quisiera para leerlos.
¿Me pueden vender tiempo al por mayor?
Es bastante curioso que usemos nuestro tiempo para conseguir dinero, y que no tengamos el tiempo para usar lo que el dinero nos permitió comprar. Es un juego muy perverso y creo que esa es la paradoja de nuestro tiempo.
Por eso nuestro consumo va a lo que puede “consumirse” de inmediato. Porque no tenemos “tiempo” para un consumo mesurado.
Eso sí, al menos al tener las revistas cerca se me habilitan portales hacia nuevos mundos. O hacia los propios.
Conocí la Casa Mulder que está en Lima (y no sabía) desde este artículo. Y qué maravilla de casa.
En fin, mi perro me regresa siempre al presente. Una de estas miradas con ganas de jugar y es bastante simple volver a sintonizar con el ahora.
¡Aquí y ahora reza el mantra!
La pregunta más crucial regresa siempre a foja cero. Sobre todo cuando toca cambiar de ciclo: ¿cómo vivir?
Seguiremos informando.
— prw