Para que me entiendan, hace unos días apunté en mis notas que debería ser más espontánea.
A ese nivel puede llegar el control.
¿Se imaginan? Es como agendar estar feliz, o armar un calendar con uno mismo para cosas que deberían brotar naturalmente podrían simplemente ocurrir.
Cuando quiero darme paz pienso que sólo soy hija de mi tiempo. Tercerizar la responsabilidad es un recurso infalible.
Les presento unas fotitos sin mucho plan, como ejercicio para reflexionar en esas pausas que no son ningún producto terminado, o que parezca terminado.
Aquí había vuelto de una boda, y que bien viene una lata para el cotorreo post.
Estas mediecitas rosadas me acompañaron en una tarde de lluvia en Galicia. Las llevé pensando que podría tener frío.
Así viéndolas ahora me siento ya de la tribu de Blanca Miró. (¡já!)
Este es el anillo de Adorno que me regaló mi mamá en la navidad pasada. Me queda en todos los dedos, y cuando manejo lo voy cambiando de sitio hasta que llegó a mi pulgar y me emocionó verlo en el tráfico. Cuando volví a ver la foto me di cuenta que mi anillo de conchita estaba encima de una canción que no recordaba que tenía: “Running to the sea”.
Señales para el que las quiere ver.
Y menos mente, (note to self): ¡menos mente y más cuerpo por favor!
— prw